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Poesia – Pilar Paris
Canciones – Sergio Moron

Dos cuchillos

Cuchillo de mi carne: te extraña y me reprochas
que lloré por mi pluma vanamente
y tratas de ignorar que vas hendido en mí
causándome dolor continuamente.

No lloro ni me quejo sin motivo,
llevo ya siete mil hojas del calendario de mi vida
que han caído arrastradas por el viento del invierno,
carente de la risa fresca en primavera,
ausente de locuras de verano.

Siete mil flechas sin dorados ni cálidos otoños
y mi alma que era chorro de agua cristalina
a menudo se enturbia de tristeza…

Lacerante dolor causa en mi cuerpo.
arrastrándome por mi largo y crudo invierno,
creí volverme loca en un principio,
más tarde el dolor formó parte de mi esencia
y empecé a ser nervios, resortes sin sentido,
tratando de ignorar el interior
y haciendo oídos sordos al vacío.

Sintiéndome impotente en cada llanto
tan sólo mi esperanza erais vosotros,
soñando que cambiara mi destino.

De savia, pasasteis a ser brotes,
de brotes a arbolitos
y, como preocupación más importante
quise formaros rectos como lirios;
pero hay algo enrarecido en el ambiente.

Sois fondo de un profundo abismo
y el fondo es noble en un principio
pero el abismo es precipicio.
Puede ser que las paredes tienen llanto
y hay algo que se mama sin sentirlo,
yo quiero protegeros de mi pena
arrancaros de cuajo de este abono
y haceros un destino muy distinto.

Pero olvido…
Que habéis mamado leche destemplada,
que habéis crecido y jugado entre los gritos;
no los vociferantes,
los silenciosos gritos que lanzan las miradas,
esos que cubren de sudor,
esos que nublan los sentidos,
los gritos que se palpan en el aire,
llamada de socorro del delirio
humedad de llanto en tristes madrugadas
incomprensión flotando en los resquicios,
ausencia de armonía en el ambiente
que os fue forjando acero de cuchillos.

Acero siempre en lucha inconsciente,
y yo, que soñé escaparme un día
por vuestras alas
y heme aquí aprisionada nuevamente.

No sois los lirios de ternura, que soñara,
sois alma de azerí irreverente,
estáis los dos anclados en mi entraña
y os amo a pesar de que me queje.

Cuchillo pequeñito de mi carne, hoy me preguntas;
¿por qué seco mi llanto en los papeles?…
Aquí está mi respuesta. Yo sé que tu lo entiendes.
Primero, arrastré el peso de una daga
durante tanto tiempo, que atenazó mi mente;
más tarde en vuestras vidas cifré mis esperanzas
y quise modelaros tan perfectos que estropeé la masa,
no sirve que les eches los mejores ingredientes
si al fin viene el destino y te lo agria.

Ahora mi esperanza es que cambiéis
y seáis valle florido
¡amor, ternura, alma!…
¡No campo de batalla!

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